El pasaje de la escuela secundaria a la universidad exige adaptarse a una forma de estudiar que supone que el alumno es autónomo, es decir, capaz de asumir sus responsabilidades con independencia. Muchas universidades organizan cursos para facilitar esta ambientación. Los siguientes consejos pueden ayudarte en este cambio:
En la facultad el presentismo es por materias. Algunos profesores no son tan exigentes con este control si bien generalmente la norma de la universidad es tener entre un 75 u 80% de presentismo. La asistencia a clases es fundamental para seguir las explicaciones del docente, consultar dudas, conocer el criterio de evaluación del profesor, discriminar que temas son prioritarios y cuales accesorios… Asistir a clases no es sólo estar presente sino tomar apuntes: registrar por escrito estas pautas que va dando el profesor. Es útil organizarse para archivar los apuntes de manera prolija, algunos prefieren usar un cuaderno por materia y otros uno sólo pero sacando luego las hojas que guardan en carpetas diferentes. Si faltás a una clase siempre tenés que solicitar los apuntes a un compañero.
Los apuntes de clase son fundamentales pero jamás reemplazan la lectura de los textos obligatorios (y optativos) de la asignatura. El profesor irá marcando que lecturas hacer y es necesario hacer tales lecturas antes de la clase, subrayando las ideas centrales y marcando las dudas para consultar. La fuente de estudio son los libros, artículos u otros materiales que se indican en el programa. Los apuntes son un complemento de la bibliografía y no al revés.
Es necesario generar un hábito de estudio diario, es decir, dedicar un mínimo de 2 o 3 horas por día para leer, ordenar los apuntes, realizar resúmenes, hacer ejercicios u otros trabajos específicos solicitados. Esto permitirá tener “todo listo” para comenzar con la preparación para un exámen integrando y relacionando los temas ya aprendidos. La fijación o memorización es el paso final en esta preparación y es necesario para aprender el vocabulario específico, expresarse con fluidez, o aplicar lo ejercitado con seguridad.
Generalmente en la facultad se evalúa con exámenes “parciales” donde se toma lo visto el 1º cuatrimestre (abril-julio) y el 2º (agosto-noviembre); y “finales” donde se toma toda la materia. A veces las materias son “promocionales” y en ese caso aprobando los parciales con ciertas notas como mínimo ya se aprueba toda la materia. En otros casos no, y la aprobación de los parciales es el requisito para acceder al final, que generalmente es una mesa con un tribunal examinador existiendo fechas alternativas para presentarse en diciembre, febrero-marzo o julio (para lo cual hay que anotarse con anticipación). Muchas materias poseen clases prácticas, que suelen ser dictadas en grupos más pequeños (comisiones) con profesores generalmente más jóvenes, a veces incluso estudiantes avanzados. Esta parte de la materia también se evalúa y su aprobación es otro requisito para llegar al final. Existen materias cuatrimestrales y anuales con diversa carga horaria, pero en cualquier caso es indispensable saber con claridad de que tipo de asignatura se trata y cómo es el mecanismo para aprobarla. Estos criterios son dados por los profesores durante el dictado de las clases, de allí la importancia de asistir a las mismas. En el caso de “finales” orales es también muy conveniente observar otros exámenes antes de presentarse uno mismo a rendir, ya que esto permite ver el tipo de planteos que hacen los docentes, los temas que se priorizan y el estilo general del exámen. No está de más saber bien cómo se registra administrativamente la aprobación: a veces el alumno tiene una libreta donde se pone la nota de cada materia con las firmas correspondientes. Es importante verificar que haya sido completada correctamente. En caso de no aprobar es indispensable saber cuántas veces más se está habilitado para presentarse a rendir antes de “perder” la aprobación de la cursada.
Más allá de que la carrera elegida responda a tus deseos, es bastante probable que te encuentres con materias que no te interesen lo suficiente o incluso te resulten desagradables y pesadas de cursar. Esto no significa haber errado la elección, a no ser que se acentúe de manera significativa y se extienda a la mayoría de las materias. Es común también que las materias de 1º año resulten especialmente difíciles o intensas. Sin duda esto está ligado al cambio que implica ingresar en la universidad, la aproximación a contenidos más complejos y la apropiación de vocabulario específico, lo cual requiere un esfuerzo adicional constante.
Puede resultarte muy provechoso hacer buenos compañeros de estudio en la facultad. Compartir apuntes, intercambiar opiniones y materiales aliviana mucho la tarea. Es muy útil estudiar de manera individual y juntarse luego a repasar en grupo para aclarar dudas y reforzar lo ya aprendido. También en muchas oportunidades los profesores piden trabajos en equipo, por lo que es conveniente saber previamente con quien te conviene trabajar y sentirte a gusto.
Es fundamental conocer los servicios que te ofrece la universidad para abordar mejor tus estudios: biblioteca, laboratorio de computación, centro de orientación al estudiante (tutorías), etc. También la oferta de actividades deportivas, culturales, religiosas y sociales enriquecen tu formación y tu pertenencia a la institución que hayas elegido.
Muchos chicos creen que si en los primeros parciales les va mal esto evidencia que esa carrera “no es para ellos”. En general esto es vivido como un fracaso pero suele dar cuenta de algún error en el modo de encarar el estudio y tal vez no haber logrado aún adaptarse al estilo universitario. A no desesperar! Tené en cuenta estos consejos, acercáte a otros estudiantes que se encuentren más seguros, y no dudes en pedir ayuda e intentarlo nuevamente.